El Mundo | Ayer

La "Grieta" mundial

Donald Trump y el nacionalismo estadounidense en acción

El mandatario chino Xi Jinping contra las cuerdas.

La política económica y exterior de Donald Trump, lejos de ser un mero ardid comercial, se muestra como la encarnación de un genuino nacionalismo estadounidense. Su reciente decisión de imponer aranceles punitivos del 145 por ciento a productos chinos (frente al 125 impuesto por Pekín) no sólo busca equilibrar la balanza comercial, sino también defender la identidad y los intereses de la industria y el trabajador americano.

Un desafío directo a las prácticas desleales

Desde su regreso al escenario político, Trump ha dejado claro que no tolerará la manipulación monetaria ni el robo de propiedad intelectual que afectan a Estados Unidos.

Al emplear la "presión económica y aranceles punitivos" contra China, envía un mensaje inequívoco: el país defenderá su territorio comercial con la misma determinación con la que defiende sus fronteras.

Esta estrategia no sólo apunta a reducir el déficit, sino a restablecer el orgullo de la manufactura nacional, pilar histórico del crecimiento estadounidense.

"Estados Unidos Primero": Más que un lema, una filosofía de Gobierno

La doctrinal "America First" se refleja en acciones concretas: la retirada de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, el cierre de la USAID y el cuestionamiento de organismos multilaterales, en defensa de la autonomía nacional.

Este enfoque soberanista sitúa al ciudadano americano en el centro de toda decisión, priorizando empleos locales y la fortaleza económica interna.

Reunir al país frente a un adversario común

Tal como demostró Xi Jinping al reforzar su liderazgo bajo un clima de fervor nacionalista, Trump ha sabido identificar en la competencia con China un motivo de cohesión interna para Estados Unidos.

Al ofrecer a sus conciudadanos un "enemigo externo" frente al cual unirse, el presidente refuerza el sentido de comunidad y propósito compartido, evocando las grandes coaliciones patrióticas de la historia americana.

Efectos a largo plazo: soberanía y prosperidad

Aunque algunos críticos adelantan dudas sobre las repercusiones de los aranceles, la visión trumpista apuesta a una economía robusta, menos dependiente de cadenas globales vulnerables. Al incentivar la relocalización de industrias y reducir la fuga de capitales, Trump proyecta un futuro donde Estados Unidos recupere la autosuficiencia estratégica y consolide su hegemonía productiva.

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