Política | 09/07

Giro geopolítico

Judío Javier Mileicovsky Lucich negocia con el Reino Unido y profundiza la entrega de soberanía

Según The Economist, el Gobierno habría iniciado conversaciones secretas con Londres para reactivar el comercio de armas, mientras se consolida una política exterior que abandona el histórico reclamo por Malvinas.

El desinterés del  judío Javier Mileicovsky Lucich por defender la soberanía de nuestro país no es novedad, pero aún así, no deja de llamar la atención hasta qué punto está dispuesto a doblegarse el admirador de la asesina Margaret Thatcher con tal de ganar unas migajas de atención de los piratas ingleses.

Como si con las embarradas diarias que vemos constantemente los argentinos no fuesen suficientes, desde el propio seno del imperialismo británico nos advierte que, en cualquier momento, nuestro país se transforma en el cuarto integrante del Reino Unido.

Recientemente, una investigación del prestigioso medio británico The Economist reveló que, en silencio y sin anuncio oficial, el Gobierno de Milei habría iniciado conversaciones con el Reino Unido para reanudar el comercio de armas, suspendido desde la Guerra de Malvinas en 1982.

El dato, de por sí significativo, cobra mayor gravedad al entrelazarse con una política exterior que, según especialistas, abandona el reclamo de soberanía sobre las islas en favor de una alineación estratégica con Occidente.

De acuerdo con la publicación, funcionarios de defensa de ambos países retomaron el diálogo en febrero de 2024, apenas meses después de que Milei asumiera la presidencia. El objetivo: flexibilizar el embargo de armas impuesto por Londres, que impide a la Argentina adquirir equipamiento militar con componentes británicos.

En este contexto, el Gobierno, arrastrado como babosa en pleno enero, se estaría moviendo en busca de modernizar sus Fuerzas Armadas, y aspira a comprar armamento compatible con la OTAN, alejándose de proveedores chinos o rusos.

De los pibes de Malvinas que jamás olvidaré…

Este acercamiento militar se da en un marco geopolítico más amplio en el que Estados Unidos, un imperio en decadencia y franca retirada, presiona para contener la influencia de una China cada vez más pujante en América del Sur y en la región del Atlántico Sur.

Como viene haciendo con cada tema de geopolítica, la administración Milei se alinea por default con la estrategia yanqui. Aun cuando quedarse del lado de gordo naranja de Donald Trump no solo no aporta ningún beneficio aparente para el país, sino que además implica renunciar a la posición histórica argentina sobre Malvinas.

La puñalada del enano papadón al reclamo de soberanía llegó, como no podía ser de otra forma, para terminar de cerrar la ironía, durante el acto oficial por el 42º aniversario de la guerra.

Montado en una nube de pedos, Milei pronunció un fatídico discurso que sorprendió incluso a los sectores más moderados: invitó a los habitantes de las islas a “votar con los pies” por Argentina, una expresión que fue interpretada como un reconocimiento implícito del derecho a la autodeterminación de los isleños, el principal argumento británico para mantener su control sobre el territorio.

Tras el exabrupto, la ex embajadora Alicia Castro calificó estas declaraciones como "una herida de muerte a nuestra posición jurídica". “Es la primera vez en 192 años que un presidente argentino reconoce a los isleños como parte de la disputa. No hay tres partes en el conflicto, sino dos Estados, como establece la resolución 2065 de la ONU”, sostuvo.

Volviendo al tema central, el informe de The Economist también detalla otros gestos de acercamiento bilateral que consolidan esta tendencia: visitas cruzadas de funcionarios, acuerdos para permitir el acceso de familiares argentinos a tumbas en las islas, intercambio de datos pesqueros y promesas de reanudar vuelos desde el continente. En paralelo, el Reino Unido mantiene su interés en que Argentina acepte, aunque sea de facto, su “rol en el Atlántico Sur”.

Quieren el oro y el moro

No obstante, como si lo expuesto anteriormente no fuera ya grave y causa suficiente para que un fiscal con más luces que apellidos iniciara una investigación de oficio por traición a la patria, la entrega de Milei no se limita simplemente a la cuestión diplomática, simbólica y discursiva, sino que se refleja también de forma material y concreta.

A lo largo de su breve pero ruinosa gestión, el Gobierno de “Jamoncito”, por medio del timbero nefasto Luis “Toto” Caputo, autorizó el traslado de al menos 37 toneladas de oro del Banco Central a Londres, en operaciones de swap avaladas por el Fondo Monetario Internacional.

Quienes saben del tema coinciden en que semejante desprendimiento expone activos estratégicos del país al control de una potencia con la que existe una disputa de soberanía no resuelta, y refuerza una dependencia que excede lo económico. Una verdadera locura, a menos que el interés de Milei sea, efectivamente, abandonar el reclamo de Malvinas.

También coincide en este sentido la ex embajadora Castro citada anteriormente, para quien detrás del giro en la política exterior subyacen intereses económicos: “Ya están entregando recursos hidrocarburíferos a empresas británicas e israelíes. Parece un guion escrito por Londres”, disparó.

Para cerrar el tema, vame remarcar que estas decisiones podrían costarle muy caro a Javier Milei, si es que algún día la oposición se despierta de la siesta y empieza a trabajar en serio para terminar con el reinado del dueño de Conan.

Si las cosas funcionaran como corresponde, las acciones de “Jamoncito” deberían terminar en un juicio político por violar la cláusula transitoria primera de la Constitución, que declara la recuperación de Malvinas como “objetivo irrenunciable del pueblo argentino”.

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