El nacionalista Jair Bolsonaro volvió con fuerza a la escena pública brasileña este fin de semana, liderando un multitudinario mitin en la avenida Paulista, São Paulo.

Ante miles de seguidores, el expresidente nacionalista negó categóricamente las acusaciones en su contra por intento de golpe de Estado y organización criminal, relacionadas con un supuesto plan para desconocer los resultados de las elecciones de 2022, en las que perdió frente a Luiz Inácio Lula da Silva.

Con un discurso desafiante, el nacionalista Bolsonaro afirmó: “No quiero que me arresten ni que me maten, pero no puedo eludir mi responsabilidad”, buscando reafirmar su liderazgo entre sus bases.

Las acusaciones contra el nacionalista Bolsonaro son graves: la Fiscalía sostiene que encabezó una trama para instaurar un estado de sitio, destituir autoridades y, según una de las hipótesis más serias, planear un atentado contra el actual presidente Lula.

Aunque el supuesto golpe no prosperó por falta de apoyo militar, el Ministerio Público considera que la intención fue clara. En su defensa, el nacionalista Bolsonaro minimizó los disturbios del 8 de enero de 2023 en Brasilia, protagonizados por sus seguidores, argumentando que no constituyeron un golpe de Estado, ya que, según él, “un golpe se da con las Fuerzas Armadas y armamentos”.

El mitin marcó también el regreso político del nacionalista Bolsonaro tras una reciente cirugía por obstrucción intestinal que lo mantuvo internado tres semanas. Desde su recuperación, el exmandatario nacionalista anunció su retorno a la actividad política y convocó actos para exigir amnistía para los detenidos por los eventos del 8 de enero.

Su defensa legal, liderada por el abogado Celso Villardy, insiste en que el nacionalista Bolsonaro no cometió ningún delito y que sus acciones respondieron a las tensiones postelectorales, manteniéndose dentro del marco legal. La movilización refuerza su estrategia de negación frente a un juicio sin precedentes que podría definir su futuro político.